martes, 18 de febrero de 2014

Filosofía de la Conservación & Desarrollo Sostenible


FILOSOFÍA DE LA CONSERVACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIBLE


Dra. Marina Rosales Benites de Franco[1][2]

Prof. Universidad Nacional Federico Villarreal


El hombre toma conciencia de los efectos de sus actividades económicas al enfrentarse a problemas que traspasan sus límites políticos, convirtiéndose en problemas globales, contaminación, pérdida de humedales a nivel internacional, amenaza a las especies silvestres migratorias y amenaza de las especies silvestres sujetas al comercio internacional, como síntoma de la destrucción y agotamiento de recursos insustituibles. Estos fueron los temas de alerta a la humanidad en la década de los años setenta, a pesar que es conocido que muchas civilizaciones han desaparecido por el uso no sostenible de sus recursos naturales, la reacción global inicio la citada década. Sin embargo, su  antropocentrismo limitó su efectividad al centrar su preocupación por el medio humano y posteriormente lo llamo ambiente, y no considerar a los ecosistemas explícitamente como parte del hombre.

Morin (2011) sostiene que la naturaleza humana multidimensional tiene una lógica generativa, dialéctica y arborescente, del cual el universo es una mezcla de caos y orden; sobre la base del concepto y práctica de la Auto-eco-organización, el sujeto y el objeto son partes inseparables de la relación autorganizador-ecosistema. Afirma que en el año 2010, el planeta continuó su loca carrera propulsada por el motor de tres caras, mundialización-occidentalización-desarrollo, que alimentan la ciencia, la tecnología y la ganancia sin control ni regulación. El desarrollo no es solamente una fórmula estándar de occidentalización que ignora las singularidades, solidaridades, conocimientos y formas de vida de las civilizaciones tradicionales, sino, además, su desencadenamiento tecno-económico provoca una degradación de la biosfera que amenaza a su vez a la humanidad. La marcha hacia los desastres se va a acentuar en el decenio que comienza. A la ceguera del Homo sapiens, cuya racionalidad carece de complejidad, se une la ceguera del “homo demens” poseído por sus furores y sus odios. Ha comenzado la carrera entre el probable desesperante y el improbable portador de la esperanza. Ellos son, por lo demás, inseparables: “Allí donde crece el peligro crece también lo que salva” (Friedrich Hölderlin) y la esperanza se nutre de aquello que conduce a la desesperanza. Pero lo probable no es lo seguro y con frecuencia es lo inesperado lo que sucede. Podemos aplicar al año 2011 el proverbio turco: “Las noches están preñadas y nadie conoce el día que nacerá.”


 El proceso de la globalización económica, tecnológica, social y cultural a gran escala, presenta desventajas para los países que no cuentan con las capacidades para dar respuestas ventajosas a la serie de transformaciones sociales, económicas y políticas, reacción necesaria para mantener su capital biológico, ecológico y cultural. La globalización viene ocasionando graves desequilibrios territoriales, económicos y sociales. Requiriéndose un cambio de paradigma económico de desarrollo no agresivo hacia los recursos naturales ni de sus ecosistemas. Es necesario, considerar una nueva filosofía del desarrollo que incorpore límites y sea inclusiva para todas sociedades, tenga un pensamiento integrado multidimensional donde se conciba a la naturaleza, los ecosistemas, como parte integral de la existencia humana y no como la materia que rodea al hombre. Desarrollo basado en la práctica de la ética y la moral, respetando la complejidad cultural de las sociedades, aplicado con decisiones políticas de la realidad científica pertinente y  económicamente solidaria intra e intergeneracionalmente.

La humanidad debe entender que la biosfera es de todos, los problemas locales de su degradación tienen repercusión global, de modo que lo que sucede en unas partes de la Tierra afecta y se ve afectado por lo que acontece en otras, aunque sean muy lejanas. Los modelos económicos imperantes, los cuales alegan el derecho de soberanía de los países sobre sus recursos, son preocupantes por estar sujetos a los cinco años que dura un gobierno y de sus valores éticos y morales, no garantizando su conservación y oportunidades para las futuras generaciones. 

Los recursos naturales no deben ser considerados como ilimitados y renovables, debido a que la historia está demostrando que su degradación es irreversible. Las políticas económicas están orientadas a impulsar el crecimiento económico a costa de la degradación de los recursos naturales y ecosistemas, buscando la satisfacción de las necesidades de las presentes generaciones, especialmente de las zonas urbanas, no tomando en cuenta los derechos de gozar de las mismas oportunidades de desarrollo para las generaciones futuras. Se está demostrando que el crecimiento económico no resuelve de manera sistemática ni holística los problemas de la humanidad, cada año más se evidencia que genera brechas amplias de desigualdades en los países y entre los países, de espaldas a los umbrales de la capacidad de los ecosistemas de mantener su producción y de reabsorber todos los contaminantes generados en aras del “desarrollo”.

Los resultados de los efectos globales son unidireccionales sin vuelta a tras como el cambio global, la pérdida de la diversidad biológica a tasas más aceleradas que las de los períodos de la evolución, están cambiando los paradigmas de lo que significa desarrollo con modelos ciegos ante la respuesta de la naturaleza, cada vez más el hombre se convence que no es ajeno a los ecosistemas sino que es parte de ellos, pero para ello se necesita que se aleje de su codicia humana que lo nubla y le hace perder toda lógica, llevándolo al abismo de su propia destrucción.

En la búsqueda de poder comprender la humanidad su relación con la naturaleza inicia considerando su preocupación por el medio humano, en Estocolmo 1972, posteriormente lo llamo ambiente en la década de los ochenta. Con la necesidad de integrar la compleja red invisible de los ecosistemas utiliza el término diversidad biológica, pero además tratando de diferenciar a los países que cuentan con mayor diversidad biológica por la importancia mundial para la humanidad, en la reunión de Río 1992. Posteriormente, para relacionar los efectos económicos sobre la vida y sus relaciones no comprendidas por el hombre, está impulsando estudios de la economía de los ecosistemas y la diversidad biológica, fundamentadas en la economía verde como mecanismos para lograr el desarrollo sostenible, en la reunión de Río + 20 en junio de 2012.

El alejamiento del hombre de la naturaleza en la era industrial y el aislarse en las urbes, lo hizo pensar que es un ente a parte de la ella; sin embargo, las comunidades que siempre han vivido muy cerca de ella han mantenido formas económicas menos violentas y más sostenibles con la naturaleza, por su comprensión por el contacto directo con ella, saben que ellos son parte y no están excluidos de su dinámica.

El viejo paradigma de pensar que el crecimiento económico resuelve todos los problemas de la humanidad sin reglas éticas, morales ni principios de solidaridad, privilegiando la mantención de sociedades egoístas, demuestran que no es el camino y que juntos tenemos que buscar nuestro nuevo paradigma, nuestro caos nos debe llevar a un orden.

Las leyes de la naturaleza no son comprendidas por la humanidad porque no se siente como parte de ella, no aprende hasta ahora que su inteligencia es limitada para mantener el orden del aparente desorden de los procesos y flujos ecológicos. La búsqueda de la satisfacción de las necesidades a partir de los recursos naturales, trasvasando todos los umbrales de los ecosistemas, manifestándose en el sistema climático y sus consecuencias en los ecosistemas y en las formas de vida que no tienen los tiempos suficientes para poder todos adaptarse. Entonces nos debemos preguntar es que la humanidad busca solo la satisfacción de sus necesidades? O es el poder económico, que lo enceguece y le hace perder toda cordura, para no entender que el crecimiento económico ilimitado de espaldas a la naturaleza y a la sociedad lo llevan a perder lo que tanto anhela, su vida.

La codicia humana prevaleciente en ciertos sectores económicos, trastocando los sistemas éticos y morales que deben existir en una sociedad, conllevándola a su destrucción. El desarrollo debe expulsar cualquier intento de codicia económica porque lo distorsiona y envilece.

 La humanidad futura no es mapeada en las políticas y planes de desarrollo de los países, porque sólo se planifican para los cinco años que dura un gobierno, no importando lo demás. Las visiones cortoplacistas de muchas décadas han  acentuado nuestro egoísmo generacional, a pesar que la sociedad siempre piensa en sus hijos, el Estado no los tiene en sus cuentas nacionales. Las generaciones futuras solo son palabras utilizadas en los discursos políticos cuando se habla sobre desarrollo sostenible.

No obstante, existen todavía de parte de ciertos sectores de la sociedad la capacidad del asombro, la necesidad de reflexionar y cambiar los modelos de desarrollo que aseguren el futuro de las personas en un planeta, que mantenga todas sus potencialidades de producir bienes y servicios de los ecosistemas, basado en valores y con oportunidades económicas justas y equitativas para las naciones.

La transición de un paradigma en crisis a otro nuevo está lejos de ser un procedimiento de acumulación o una ampliación del antiguo paradigma. Es, más bien, una reconstrucción del cambio, a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y aplicaciones del paradigma (Kuhn 1984 en Taddie, 2011).

El desarrollo sostenible, bajo un sistema económico sin límites ni responsabilidades sociales, es una retorica, una ilusión y un buen deseo. Sus principios nos deben ayudar para buscar el modelo que sea compatible con sus objetivos de bienestar humano de las personas como especie.

La producción y el consumo que invoca el modelo económico imperante ha perdido su brújula y orbita de brindar servicios necesarios para la humanidad, en su búsqueda de crecer y globalizarse, entrega productos de vida corta e innecesarios para las personas, aumentando la utilización de caudales cada vez mayores de energías y de materias primas, y de este modelo demuestra su insostenibilidad. Los medios de comunicación como aliados del sistema influyen en las personas para consumir y endeudarse de productos innecesarios y en muchos casos dañinos para su salud y los ecosistemas. El nuevo enfoque exige cambios de rumbo en los deseos y las preferencias de los consumidores, orientándonos hacia actividades benignas con el medio ambiente, a la vez que se reducen los consumos productivos por unidad de producto final (Goodland 1997 en Taddie, 2011).

La oferta y la demanda no puede decidir el destino de la humanidad, los mercados no pueden ser la esperanza de un futuro mejor y los precios no pueden servir para crear satisfacción y mover el bienestar de las sociedades. Esta cuestión plantea nuevos retos para nuevas sociedades que tomen en cuenta los umbrales de los ecosistemas y reduzca las brechas sociales.

La educación juega un rol preponderante para la aplicación del cambio de paradigmas, con sociedades conformadas con unidades familiares donde practiquen y demuestren los principios éticos y morales, y se reconozca el valor infinito que tiene la naturaleza en sus variadas formas de vida perfecta y moldeada por el proceso de la evolución dirigida por una mano invisible del creador.

El desarrollo sostenible tiene que ser visto con una visión holística no es sólo asunto de economistas, sino también de filósofos, biólogos, ecólogos, artistas, antropólogos, sociólogos, es decir de los letrados, pero más aún de los no letrados, los que generalmente pasan su vida observando la naturaleza y comunicándose con ella para vivir en armonía. 

Las sociedades no pueden ser valoradas por la acumulación de riqueza y no debe ser excusa la búsqueda de ella para mantener y agrandar su poderío. En aras de la acumulación de riqueza la humanidad ha esclavizado a sus congéneres, obtenido, mantenido y agrandando su poder a través de su acumulación apropiándose de las riquezas en todo su contexto de otras naciones y en extremos irracionales de territorios con poblaciones humanas. Nos debemos preguntar las estrategias utilizadas para poder acumular riqueza, capital, crecer y demostrar poderío nos ha hechos más humanos? Hemos logrado mantener la riqueza natural heredada de nuestros padres para nuestros futuras generaciones? La felicidad se basa en la acumulación de bienes materiales y satisfacción de todas nuestras necesidades hasta los banales?. Son preguntas de un profundo sentido ético, que desafían a nuestra responsabilidad moral con la naturaleza y con nuestra sociedad presente y futura.

Nuestra responsabilidad y compromiso intergeneracional aún no está perdido, el asombro de la humanidad aún está latente. “Dios y la naturaleza no hacen nada inútilmente”. "La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía"  (Aristóteles).




[1] Prof. del FIGAE – UNFV.
[2] Rosales, M. 2014. Comercio Internacional de Especies Silvestres Amenazadas y su Influencia en el Desarrollo Sostenible. Tesis para optar grado de Doctor en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible en la Universidad Nacional Federico Villarreal. 460p+anexos. Lima. Perú.