FILOSOFÍA
DE LA CONSERVACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIBLE
Prof. Universidad Nacional Federico Villarreal
El hombre toma conciencia de los efectos
de sus actividades económicas al enfrentarse a problemas que traspasan sus
límites políticos, convirtiéndose en problemas globales, contaminación, pérdida
de humedales a nivel internacional, amenaza a las especies silvestres
migratorias y amenaza de las especies silvestres sujetas al comercio
internacional, como síntoma de la destrucción y agotamiento de recursos
insustituibles. Estos fueron los temas de alerta a la humanidad en la década de
los años setenta, a pesar que es conocido que muchas civilizaciones han
desaparecido por el uso no sostenible de sus recursos naturales, la reacción
global inicio la citada década. Sin embargo, su antropocentrismo
limitó su efectividad al centrar su preocupación por el medio humano y
posteriormente lo llamo ambiente, y no considerar a los ecosistemas
explícitamente como parte del hombre.
Morin (2011) sostiene que la naturaleza
humana multidimensional tiene una lógica generativa, dialéctica y arborescente,
del cual el universo es una mezcla de caos y orden; sobre la base del concepto
y práctica de la Auto-eco-organización, el sujeto y el objeto son partes
inseparables de la relación autorganizador-ecosistema. Afirma que en el año
2010, el planeta continuó su loca carrera propulsada por el motor de tres
caras, mundialización-occidentalización-desarrollo, que alimentan la ciencia,
la tecnología y la ganancia sin control ni regulación. El desarrollo no es
solamente una fórmula estándar de occidentalización que ignora las singularidades,
solidaridades, conocimientos y formas de vida de las civilizaciones
tradicionales, sino, además, su desencadenamiento tecno-económico provoca una
degradación de la biosfera que amenaza a su vez a la humanidad. La marcha hacia
los desastres se va a acentuar en el decenio que comienza. A la ceguera del Homo sapiens, cuya racionalidad
carece de complejidad, se une la ceguera del “homo demens” poseído por sus furores y sus odios. Ha
comenzado la carrera entre el probable desesperante y el improbable portador de
la esperanza. Ellos son, por lo demás, inseparables: “Allí donde crece el peligro crece también lo que salva” (Friedrich
Hölderlin) y la esperanza se nutre de aquello que conduce a la desesperanza.
Pero lo probable no es lo seguro y con frecuencia es lo inesperado lo que
sucede. Podemos aplicar al año 2011 el proverbio turco: “Las noches están preñadas y nadie conoce el
día que nacerá.”
La humanidad debe entender que la biosfera
es de todos, los problemas locales de su degradación tienen repercusión global,
de modo que lo que sucede en unas partes de la Tierra afecta y se ve afectado
por lo que acontece en otras, aunque sean muy lejanas. Los modelos económicos
imperantes, los cuales alegan el derecho de soberanía de los países sobre sus
recursos, son preocupantes por estar sujetos a los cinco años que dura un
gobierno y de sus valores éticos y morales, no garantizando su conservación y
oportunidades para las futuras generaciones.
Los resultados de los efectos globales
son unidireccionales sin vuelta a tras como el cambio global, la pérdida de la
diversidad biológica a tasas más aceleradas que las de los períodos de la
evolución, están cambiando los paradigmas de lo que significa desarrollo con
modelos ciegos ante la respuesta de la naturaleza, cada vez más el hombre se convence
que no es ajeno a los ecosistemas sino que es parte de ellos, pero para ello se
necesita que se aleje de su codicia humana que lo nubla y le hace perder toda
lógica, llevándolo al abismo de su propia destrucción.
El alejamiento del hombre de la
naturaleza en la era industrial y el aislarse en las urbes, lo hizo pensar que
es un ente a parte de la ella; sin embargo, las comunidades que siempre han
vivido muy cerca de ella han mantenido formas económicas menos violentas y más
sostenibles con la naturaleza, por su comprensión por el contacto directo con
ella, saben que ellos son parte y no están excluidos de su dinámica.
Las leyes de la naturaleza no son
comprendidas por la humanidad porque no se siente como parte de ella, no
aprende hasta ahora que su inteligencia es limitada para mantener el orden del
aparente desorden de los procesos y flujos ecológicos. La búsqueda de la
satisfacción de las necesidades a partir de los recursos naturales, trasvasando
todos los umbrales de los ecosistemas, manifestándose en el sistema climático y
sus consecuencias en los ecosistemas y en las formas de vida que no tienen los
tiempos suficientes para poder todos adaptarse. Entonces nos debemos preguntar
es que la humanidad busca solo la satisfacción de sus necesidades? O es el
poder económico, que lo enceguece y le hace perder toda cordura, para no
entender que el crecimiento económico ilimitado de espaldas a la naturaleza y a
la sociedad lo llevan a perder lo que tanto anhela, su vida.
La
humanidad futura no es mapeada en las políticas y planes de desarrollo de los
países, porque sólo se planifican para los cinco años que dura un gobierno, no
importando lo demás. Las visiones cortoplacistas de muchas décadas han acentuado nuestro egoísmo generacional, a
pesar que la sociedad siempre piensa en sus hijos, el Estado no los tiene en
sus cuentas nacionales. Las generaciones futuras solo son palabras utilizadas
en los discursos políticos cuando se habla sobre desarrollo sostenible.
No obstante, existen todavía de parte de
ciertos sectores de la sociedad la capacidad del asombro, la necesidad de
reflexionar y cambiar los modelos de desarrollo que aseguren el futuro de las
personas en un planeta, que mantenga todas sus potencialidades de producir
bienes y servicios de los ecosistemas, basado en valores y con oportunidades
económicas justas y equitativas para las naciones.
La transición de un paradigma en crisis a
otro nuevo está lejos de ser un procedimiento de acumulación o una ampliación
del antiguo paradigma. Es, más bien, una reconstrucción del cambio, a partir de
nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones
teóricas más elementales del campo, así como también muchos de los métodos y
aplicaciones del paradigma (Kuhn 1984 en Taddie, 2011).
La producción y el consumo que invoca el
modelo económico imperante ha perdido su brújula y orbita de brindar servicios
necesarios para la humanidad, en su búsqueda de crecer y globalizarse, entrega
productos de vida corta e innecesarios para las personas, aumentando la
utilización de caudales cada vez mayores de energías y de materias primas, y de
este modelo demuestra su insostenibilidad. Los medios de comunicación como
aliados del sistema influyen en las personas para consumir y endeudarse de
productos innecesarios y en muchos casos dañinos para su salud y los ecosistemas.
El nuevo enfoque exige cambios de rumbo en los deseos y las preferencias de los
consumidores, orientándonos hacia actividades benignas con el medio ambiente, a
la vez que se reducen los consumos productivos por unidad de producto final
(Goodland 1997 en Taddie, 2011).
El desarrollo sostenible tiene que ser
visto con una visión holística no es sólo asunto de economistas, sino también
de filósofos, biólogos, ecólogos, artistas, antropólogos, sociólogos, es decir
de los letrados, pero más aún de los no letrados, los que generalmente pasan su
vida observando la naturaleza y comunicándose con ella para vivir en
armonía.
Las sociedades no pueden ser valoradas
por la acumulación de riqueza y no debe ser excusa la búsqueda de ella para
mantener y agrandar su poderío. En aras de la acumulación de riqueza la
humanidad ha esclavizado a sus congéneres, obtenido, mantenido y agrandando su
poder a través de su acumulación apropiándose de las riquezas en todo su
contexto de otras naciones y en extremos irracionales de territorios con
poblaciones humanas. Nos debemos preguntar las estrategias utilizadas para
poder acumular riqueza, capital, crecer y demostrar poderío nos ha hechos más
humanos? Hemos logrado mantener la riqueza natural heredada de nuestros padres
para nuestros futuras generaciones? La felicidad se basa en la acumulación de
bienes materiales y satisfacción de todas nuestras necesidades hasta los
banales?. Son preguntas de un profundo sentido ético, que desafían a nuestra
responsabilidad moral con la naturaleza y con nuestra sociedad presente y
futura.
Nuestra responsabilidad y compromiso
intergeneracional aún no está perdido, el asombro de la humanidad aún está
latente. “Dios y la naturaleza no hacen
nada inútilmente”. "La excelencia moral es
resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia;
templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de
valentía" (Aristóteles).
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